En la biblioteca vive el Mono de la Tinta. Se esconde entre mis libros y acecha mis tinteros. Cuando cree que no lo veo, olisquea mis lapiceras. Se trepa a una pila de libros y, por sobre mi hombro, trata de adivinar qué escribo. Escucho su respiración acompasada, anhelante, mientras lee. Lo sospecho en puntas de pie, haciendo equilibrio, pero, cuando me doy vuelta, siempre desaparece.

Dos cosas le gustan sobremanera: La tinta y las historias.

El otro día, al caer el sol, me acerqué silenciosamente. Me escondí en las sombras, detrás de las cortinas. La noche avanzaba lenta como el río espeso de mis sueños.

Entonces, cuando ya casi se me cerraban los párpados, lo vi: se acercó canturreando una cancioncita pegadiza y destapó todos los tinteros en un bailecito alegre. Después, sentado sobre sus patas sacó una historia del tintero con sus dedos largos.

“Había una vez…”. Y la tinta, sangre del cuento, se deshizo en gotas negras sobre el piso, desmigajándose en mil historias de dragones, de caballeros, de batallas, y en la historia de un mono que bebe tinta, una tinta negra y brillante, como los ojos negros del Mono de la Tinta

Gabi Casalins, septiembre de 2013

viernes, 3 de octubre de 2014

Lo que Teo no dice

En los próximos días tendremos la oportunidad de presentar, en el Instituto Eureka, el nuevo libro de Gabi Casalins, Lo que Teo no dice, publicado por La brujita de papel. Les ofrecemos aquí, además de la reseña que aparece en el sitio de la editorial, un breve fragmento de la historia de Teo y su tortuga Antigua:





Teo sufre el bullying de Hernán, un compañero que ahora también se dedica a molestar a la buena de su amiga Marianita. Con la inundación de La Plata como telón de fondo y la ayuda de Antigua Pasolento, una tortuga muy especial, Teo se enfrentará  a una de las decisiones más difíciles de su vida.


(...)Todo mojado como estaba me costó reconocerlo, pero era él: Hernán. ¿De todos los chicos que podían entrar por mi ventana en una noche de inundación tenía que ser él? Hernán. El que me molesta en la escuela. El que se burla porque me gusta leer. El que me agarró del cuello en el baño cuando le dije que si seguía molestando le iba a decir a la maestra. El que me dice: “Anteojudo”, “Chicato”, “Gordo papa”, “Mariquita”(...)




(...)Entonces, desde adentro de la mochila que colgaba en el respaldo de la silla, escuché la voz de Antigua Pasolento que me decía enojada:
-¿Cuál es la maravilla que tú la ocultas?
 Palabras que son claras, tú las sepultas.
 Palabras que son puentes de orilla a orilla,
 palabras que tú sabes, unen las gentes…

Desesperado miré para todos lados. Los chicos estaban doblados sobre las cuentas en sus carpetas y nadie parecía haber oído las palabras de Antigua Pasolento. Si se daban cuenta, estaba frito (...)


1 comentario:

  1. ¡Felicitaciones! Una historia muy interesante para abordar problemáticas que nos preocupan tanto a padres como a maestros.

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